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Gratitud

 Re-conocerse es un trabajo intenso, riguroso, perturbador, abrumador y solitario, pero en medio de este  camino que tomamos por elección, un poco, y por causalidad otro tanto, no queda más que agradecer  la seguridad del presente, la existencia de la divinidad (llámese dios, pachamama, naturaleza, universo) y  llenarse las manos de infinita gratitud por nuestro nacimiento cada día.

Ser una expectativa

De esos viajes en barco por la consciencia, procuro no sumergirme demasiado para no ahogarme en mis pensamientos. Y en medio de esa lucidez abrumadora que a veces me sorprende en medio de este viaje, descubro que no es posible reconocerse en las orillas de nuestro ser, si una vez más  somos la expectativa de otro, de otros. Por lo que posiblemente estemos sometidos a ser un espejo, haciendo que nuestra realidad no sea más que un idealismo platónico. Divagaciones...

¿Libertad?

Somos prisioneros de nuestros deseos, no hay libertad que sea completa. 

Exceso de luz

 Al abrir la ventana la luz la cegó, así que no tuvo otra opción que cerrar la puerta para ver con claridad.

Cántaro

El cántaro está roto, por sus grietas se riega el agua que es buena y cristalina. 

Ayeres

 Anido en mi pecho una tristeza silenciosa. Tengo un agujero que una bomba dejó en mi estómago. Esta melancolía no respeta los días de sol, se expande por el cielo nublándome la mirada, se mofa de verme sonreír, se convierte en angustia, en insomnio, en ansiedad. Tengo una tristeza que no respeta mi felicidad, tampoco le gusta el aire que respiro, ni el verde de la montaña. Se ensaña en hacerme suspirar, en hacer tormentas en mi ventana y me hace perder toda memoria de mis felicidades. Esta tristeza trémula, estrepitosa, contagiosa, pesada, espesa, de la que a veces suelo abrazarme para recordar mi dualidad.  ¿saudade?

Y se vio verde

 De unos días para acá su rostro se ha tornado verde grisáceo. Sonríe, pero esta alegría, su alegría, está llena de abismos. Su pecho es un cuadrilátero en el que se juega sucio, bien sucio. Sus ojos, amarillo hepático, trastornados por el peso inevitable del olvido que serán, buscan ver a través de la neblina el futuro. Incierto, lodoso, hostil futuro. Sus palabras están estropeadas por un severo nudo en la lengua y unas manos que tiemblan cuando escriben, se enredan con torpeza... Se rompió el cristal de este sueño...