Y se vio verde

 De unos días para acá su rostro se ha tornado verde grisáceo.
Sonríe, pero esta alegría, su alegría, está llena de abismos.
Su pecho es un cuadrilátero en el que se juega sucio, bien sucio.
Sus ojos, amarillo hepático, trastornados por el peso inevitable del olvido que serán, buscan ver a través de la neblina el futuro. Incierto, lodoso, hostil futuro.
Sus palabras están estropeadas por un severo nudo en la lengua y unas manos que tiemblan cuando escriben, se enredan con torpeza...

Se rompió el cristal de este sueño...

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