Estamos hechos de mantas bordadas de pétalos de sal, transformamos y nos transformamos a través de la vida, del salto enorme al vacío de algunos pensamientos
Exceso de luz
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Al abrir la ventana la luz la cegó,
así que no tuvo otra opción que cerrar la puerta para ver con claridad.
He asumido este poema de Fernando Pessoa escrito bajo el heterónimo de Alberto Caeira como parte de mi filosofia de vida, así que lo comparto: Mi mirada es nítida como un girasol. Tengo la costumbre de andar por los caminos mirando a la derecha y a la izquierda y de vez en cuando mirando para atrás… Y lo que veo a cada instante es lo que antes nunca había visto, y me doy buena cuenta de ello. Sé sentir el asombro esencial que tiene un niño si, al nacer, de veras reparase en que nacía… Me siento nacido a cada instante a la eterna novedad del mundo… Creo en el mundo como en una margarita porque lo veo. Pero no pienso en él, porque pensar es no comprender… El mundo no se ha hecho para pensar en él (pensar es estar enfermo de los ojos), sino para mirarlo y estar de acuerdo… Yo no tengo filosofía: tengo sentidos… Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es, sino porque la amo, y la amo por eso, porque quien ama nunca sabe lo que ama, ni sabe porqué ama, n
Anido en mi pecho una tristeza silenciosa. Tengo un agujero que una bomba dejó en mi estómago. Esta melancolía no respeta los días de sol, se expande por el cielo nublándome la mirada, se mofa de verme sonreír, se convierte en angustia, en insomnio, en ansiedad. Tengo una tristeza que no respeta mi felicidad, tampoco le gusta el aire que respiro, ni el verde de la montaña. Se ensaña en hacerme suspirar, en hacer tormentas en mi ventana y me hace perder toda memoria de mis felicidades. Esta tristeza trémula, estrepitosa, contagiosa, pesada, espesa, de la que a veces suelo abrazarme para recordar mi dualidad. ¿saudade?
Re-conocerse es un trabajo intenso, riguroso, perturbador, abrumador y solitario, pero en medio de este camino que tomamos por elección, un poco, y por causalidad otro tanto, no queda más que agradecer la seguridad del presente, la existencia de la divinidad (llámese dios, pachamama, naturaleza, universo) y llenarse las manos de infinita gratitud por nuestro nacimiento cada día.
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