Divagaciones sobre el Tiempo

El personaje oculto tras el reloj,
ese actor omnipresente en las novelas, las canciones, los aeropuertos
tan apreciado y odiado,
tan presente y ausente a la vez.

Lo he visto en estos días devorarse un mueble viejo en la calle de mi casa,
lo encontré en los asientos de un hospital esperando la vida y la muerte,
o siendo la vida y la muerte también.

Camina entre el compás de una canción,
se refugia en los días llamándolas horas, minutos, segundos,
por él caen las hojas en el otoño,
y envejece el cuerpo.

El tiempo, ese que parece ser prisionero del reloj,
ese personaje silencioso que a veces juega a ser enfermero de las heridas del alma,
ese que juega a ser dios recordándonos cada día con su tic tac que solo él puede ser inmortal,
que aunque mueran sus minutos y segundos, sigue intacto, implacable,
presente en estás palabras que necesitan de tiempo para ser leídas,
que fueron tiempo pasado al ser escrita
y que navegarán en el futuro de las palabras perdidas.




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