Mi pelo tiene vida propia.
Entre mis crespos anidan colibries,
encuentro cosas perdidas, algunas personas también,
de vez en cuando una araña hace su casa allí.
Cuando se entristece sus crespos se marchitan,
a veces coquetean con el viento y les gusta la lluvia.
Mis rizos son antigravitacionales, rebeldes, serios también, sonríen cuando les dejo sueltos por la vida, retienen olores de todo tipo y a en ocasiones me sirven de atarraya para pescar alguna idea furtiva, ideas de colores que en muy contadas ocasiones logran salir de esta maraña que tiene vida propia.

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